Nota de prensa

Una supertierra orbita a la estrella de Barnard

La campaña Red Dots desvela poderosas evidencias de la presencia de un exoplaneta alrededor de la estrella única más cercana al Sol

14 de Noviembre de 2018

La estrella única más cercana al Sol alberga un exoplaneta al menos 3,2 veces tan masivo como la Tierra, una llamada supertierra. Una de las campañas de observación más grande realizada hasta la fecha, que ha utilizado datos de un conjunto de telescopios de todo el mundo (incluyendo el instrumento cazador de planetas HARPS de ESO), ha revelado la existencia de este mundo helado y débilmente iluminado. El planeta recién descubierto es el segundo exoplaneta conocido más cercano a la Tierra. La estrella de Barnard es la estrella más rápida del cielo nocturno.

Se ha detectado un planeta orbitando a la estrella de Barnard, un objeto a tan solo 6 años luz de distancia. Este avance, dado a conocer en un artículo publicado hoy en la revista Nature, es el resultado de los proyectos Red Dots y CARMENES, cuya búsqueda de planetas rocosos locales ya ha descubierto un nuevo mundo orbitando a nuestra vecina más cercana, Proxima Centauri.

El planeta, designado como estrella de Barnard b, es el segundo exoplaneta conocido más cercano a la tierra [1]. Los datos obtenidos indican que el planeta podría ser una supertierra, tiene una masa de al menos 3,2 veces la de la Tierra, y orbita a su estrella anfitriona en aproximadamente 233 días. La estrella de Barnard, la estrella que alberga al planeta, es una enana roja, una estrella fría, de baja masa, que ilumina de forma muy débil a este mundo recién descubierto. La luz de la estrella de Barnard proporciona a su planeta sólo el 2% de la energía que recibe la Tierra del Sol.

A pesar de estar relativamente cerca de su estrella, a una distancia de sólo 0,4 veces la que separa al Sol de la Tierra, el exoplaneta se encuentra cerca de la línea de nieve, la región donde compuestos volátiles como el agua pueden condensarse en hielo sólido. Este mundo helado y de sombra podría tener una temperatura de –170 °C, haciéndolo inhóspito para la vida tal y como la conocemos.

Llamada así por el astrónomo E. E. Barnard, la estrella de Barnard es la estrella única más cercana al Sol. Mientras que la estrella en sí misma es antigua (tiene probablemente dos veces la edad de nuestro Sol), y relativamente inactiva, también es la estrella con el movimiento aparente más rápido del cielo [2]. Las supertierras son el tipo más común de planeta de los que se forman alrededor de las estrellas de baja masa como la estrella de Barnard, otorgando credibilidad a este candidato planetario recién descubierto. Por otra parte, las teorías actuales de formación planetaria predicen que la línea de nieve es el lugar ideal para la formación de estos planetas.

Las búsquedas anteriores de un planeta alrededor de estrella de Barnard han tenido resultados decepcionantes, pero este reciente avance ha sido posible combinando las mediciones de varios instrumentos de alta precisión montados en telescopios de todo el mundo [3].

"Tras un cuidadosos análisis, estamos convencidos al 99% de que el planeta está allí", afirma el científico que lidera el equipo, Ignasi Ribas (Instituto de estudios espaciales de Cataluña e Instituto de Ciencias del Espacio, CSIC, en España). "Sin embargo, vamos a seguir observando esta veloz estrella para excluir posibles, pero improbables, variaciones naturales de la luminosidad estelar que puedan confundirse con un planeta".

Entre los instrumentos utilizados están el famoso cazador de planeta HARPS y el espectrógrafo UVES, ambos de ESO. "HARPS desempeñó un papel vital en este proyecto. Se combinaron datos de archivo de otros equipos con medidas nuevas y superpuestas de la estrella de Barnard de diferentes instalaciones", comentó Guillem Anglada Escudé (Universidad Queen Mary de Londres), científico que colidera al equipo que ha obtenido estos resultados [4]. "La combinación de instrumentos fue clave para poder corroborar nuestros resultados".

Los astrónomos utilizaron el efecto Doppler para detectar al candidato a exoplaneta. Mientras el planeta orbita a la estrella, su atracción gravitatoria hace que la estrella sufra un bamboleo. Cuando la estrella se aleja de la Tierra, su espectro se desplaza al rojo (redshift); es decir, se desplaza hacia longitudes de onda más largas. Del mismo modo, la luz de la estrella se desplaza hacia longitudes de onda más cortas, más azules, cuando la estrella se mueve hacia la Tierra.

Los astrónomos aprovechan este efecto para medir con asombrosa exactitud los cambios en la velocidad de una estrella debidos a un exoplaneta que orbita. HARPS puede detectar cambios en la velocidad de la estrella tan pequeño como 3,5 km/h (un ritmo parecido al que utilizamos al caminar). Esta técnica de búsqueda de exoplanetas se conoce como el método de velocidad radial y nunca antes se había utilizado para detectar un exoplaneta tipo supertierra similar en una órbita tan grande alrededor de su estrella.

"Hemos utilizado observaciones de siete instrumentos diferentes, que abarcan 20 años de mediciones, haciendo de este uno de los conjuntos de datos más grande y más extenso usado para estudios precisos de velocidad radial", explica Ribas. "La combinación de todos los datos llevó a un total de 771 medidas, ¡una gran cantidad de información!".

"Todos hemos trabajado muy duro en este avance", concluye Anglada-Escudé. "Este descubrimiento es el resultado de una gran colaboración organizada en el marco del proyecto Red Dots, que incluyó contribuciones de equipos de todo el mundo. Ya se han puesto en marcha observaciones de seguimiento en distintos observatorios de todo el mundo".

Notas

[1] La estrellas más cercanas al Sol forman el sistema estelar triple Alfa Centauri. En 2016, un equipo de astrónomos, utilizando telescopios de ESO y otras instalaciones, encontró claras evidencias de un planeta que orbitaba a la estrella de este sistema más cercana a la Tierra, Próxima Centauri. Ese planeta se encuentra a poco más de 4 años luz de la Tierra y fue descubierto por un equipo dirigido por Guillem Anglada Escudé.

>[2] La velocidad total de la estrella de Barnard en relación con el Sol es de cerca de 500.000 kilómetros por hora. A pesar de este ritmo tan veloz, no es la estrella conocida más rápida. Lo que hace notable el movimiento de la estrella es la rapidez con la que parece moverse a través del cielo nocturno vista desde la Tierra, algo conocido como movimiento aparente. La estrella de Barnard viaja una distancia equivalente al diámetro de la Luna en el cielo cada 180 años (aunque esto pueda no parecer mucho, es el movimiento aparente más rápido de cualquier estrella).

[3] Las instalaciones utilizadas en este estudio han sido: HARPS, en el >Telescopio de 3,6 metros de ESOUVES, en el VLT de ESO; HARPS-N, en el Telescopio Nazionale GalileoHIRES, en el Telescopio Keck de 10 metrosPFS, en el Telescopio de Magallanes de Carnegie de 6,5 metrosAPF, en el Telescopio de 2,4 metros del Observatorio Lick; y CARMENES, en el Observatorio de Calar Alto. Además, se llevaron a cabo observaciones con el Telescopio de 90 cm del Observatorio de Sierra Nevada, el Telescopio Robótico de 40 cm del Observatorio SPACEOBS, y el Telescopio Joan Oró de 80 cm del Observatorio Astronómico de Montsec (OAdM).

[4] Se profundizará en la historia detrás de este descubrimiento en el ESOBlog de esta semana.

Información adicional

Este trabajo de investigación se ha publicado en el artículo científico titulado A super-Earth planet candidate orbiting at the snow-line of Barnard’s star  en la revista Nature del 15 de noviembre de 2018.

El equipo está formado por I. Ribas (Instituto de Ciencias del Espacio, España, & Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña, España); M. Tuomi (Centro de Investigación en Astrofísica, Universidad de Hertfordshire, Reino Unido); A. Reiners (Instituto de Astrofísica de Gotinga, Alemania); R. P. Butler (Departamento de Magnetismo Terrestre, Institución Carnegie para la Ciencia, EE.UU.); J. C. Morales (Instituto de Ciencias del Espacio, España, & Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña, España); M. Perger (Instituto de Ciencias del Espacio, España, & Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña, España); S. Dreizler (Instituto de Astrofísica de Gotinga, Alemania); C. Rodríguez-López (Instituto de Astrofísica de Andalucía, España), J. I. González Hernández (Instituto de Astrofísica de Canarias, España, & Universidad de La Laguna, España), A. Rosich (Instituto de Ciencias del Espacio, España, & Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña, España); F. Feng (Centro de Investigación en Astrofísica, Universidad de Hertfordshire, Reino Unido); T. Trifonov (Instituto Max-Planck de Astronomía, Alemania); S. S. Vogt (Observatorio Lick, Universidad de California, EE.UU.); J. A. Caballero (Centro de Astrobiología, CSIC-INTA, España); A. Hatzes (Observatorio Estatal de Turingia, Alemania); E. Herrero (Instituto de Ciencias del Espacio, España, & Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña, España); S. V. Jeffers (Instituto de Astrofísica de Gotinga, Alemania); M. Lafarga (Instituto de Ciencias del Espacio, España, & Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña, España); F. Murgas (Instituto de Astrofísica de Canarias, España, & Universidad de La Laguna, España); R. P. Nelson (Escuela de Física y Astronomía, Universidad Queen Mary de Londres, Reino Unido); E. Rodríguez (Instituto de Astrofísica de Andalucía, España); J. B. P. Strachan (Escuela de Física y Astronomía, Universidad Queen Mary de Londres, Reino Unido); L. Tal-Or (Instituto de Astrofísica de Gotinga, Alemania, & Escuela de Geociencias, Universidad de Tel-Aviv, Israel); J. Teske Butler (Departamento de Magnetismo Terrestre, Institución Carnegie para la Ciencia, EE.UU., & Hubble); B. Toledo-Padrón (Instituto de Astrofísica de Canarias, España & Universidad de La Laguna, España); M. Zechmeister (Instituto de Astrofísica de Gotinga, Alemania); A. Quirrenbach (Observatorio Estatal, Universidad de Heidelberg, Alemania); P. J. Amado (Instituto de Astrofísica de Andalucía, España); M. Azzaro (Centro Astronómico Hispano-Alemán, España); V. J. S. Béjar (Instituto de Astrofísica de Canarias, España, & Universidad de La Laguna, España), J. R. Barnes (Escuela de Ciencias Físicas, Universidad Abierta, Reino Unido); Z. M. Berdiñas (Departamento de Astronomía, Universidad de Chile), J. Burt (Instituto Kavli, Instituto Tecnológico de Massachusetts, EE.UU.); G. Coleman (Instituto de Física, Universidad de Berna, Suiza); M. Cortés-Contreras (Centro de Astrobiología, CSIC-INTA, España), J. Crane (Los Observatorios, Institución Carnegie para la Ciencia, EE.UU.); S. G. Engle (Departamento de Astrofísica & Ciencias Planetarias, Universidad de Villanova, EE.UU.); E. F. Guinan (Departamento de Astrofísica & Ciencias Planetarias, Universidad de Villanova, EE.UU.); C. A. Haswell (Escuela de Ciencias Físicas, Universidad Abierta, Reino Unido); Th. Henning (Instituto Max-Planck de Astronomía, Alemania); B. Holden (Observatorio Lick, Universidad de California, EE.UU.); J. Jenkins (Departamento de Astronomía, Universidad de Chile), H. R. A. Jones (Centro de Investigación en Astrofísica, Universidad de Hertfordshire, Reino Unido); A. Kaminski (Observatorio Estatal, Universidad de Heidelberg, Alemania); M. Kiraga (Observatorio de la Universidad de Varsovia, Polonia); M. Kürster (Instituto Max-Planck de Astronomía, Alemania); M. H. Lee (Departamento de Ciencias de la Tierra y Departamento de Física, Universidad de Hong Kong); M. J. López-González (Instituto de Astrofísica de Andalucía, España); D. Montes (Dep. de Física de la Tierra Astronomía y Astrofísica & Unidad de Física de Partículas y del Cosmos de la Universidad Complutense de Madrid, España); J. Morin (Laboratorio Universo y Partículas de Montpellier, Universidad de Montpellier, Francia); A. Ofir (Departamento de Ciencias de la Tierra y Ciencias Planetarias, Instituto Weizmann de Ciencia, Israel); E. Pallé (Instituto de Astrofísica de Canarias, España, & Universidad de La Laguna, España); R. Rebolo (Instituto de Astrofísica de Canarias, España, & Consejo Superior de Investigaciones Científicas & Universidad de La Laguna, España); S. Reffert (Observatorio Estatal, Universidad de Heidelberg, Alemania); A. Schweitzer (Observatorio de Hamburgo, Universidad de Hamburgo, Alemania); W. Seifert (Observatorio Estatal, Universidad de Heidelberg, Alemania); S. A. Shectman (Los Observatorios, Institución Carnegie para la Ciencia, EE.UU.); D. Staab (Escuela de Ciencias Físicas, Universidad Abierta, Reino Unido); R. A. Street (Red Global de Telescopios del Observatorio Las Cumbres, EE.UU.); A. Suárez Mascareño (Observatorio Astronómico de la Universidad de Ginebra, Suiza, & Instituto de Astrofísica de Canarias, España); Y. Tsapras (Cenro de Astronomía de la Universidad de Heidelberg, Alemania); S. X. Wang Butler (Departamento de Magnetismo Terrestre, Institución Carnegie para la Ciencia, EE.UU.); y G. Anglada-Escudé (Escuela de Física y Astronomía, Universidad Queen Mary de Londres, Reino Unido, & Instituto de Astrofísica de Andalucía, España).

ESO es la principal organización astronómica intergubernamental de Europa y el observatorio astronómico más productivo del mundo. Cuenta con el respaldo de dieciséis países: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Países Bajos, Polonia, Portugal, el Reino Unido, República Checa, Suecia y Suiza, junto con Chile, país anfitrión, y Australia como aliado estratégico. ESO desarrolla un ambicioso programa centrado en el diseño, construcción y operación de poderosas instalaciones de observación terrestres que permiten a los astrónomos hacer importantes descubrimientos científicos. ESO también desarrolla un importante papel al promover y organizar la cooperación en investigación astronómica. ESO opera en Chile tres instalaciones de observación únicas en el mundo: La Silla, Paranal y Chajnantor. En Paranal, ESO opera el Very Large Telescope junto con su interferómetro VLTI (Very Large Telescope Interferometer), el más avanzado del mundo, así como dos telescopios de rastreo: VISTA (siglas en inglés de Telescopio de Rastreo Óptico e Infrarrojo para Astronomía), que trabaja en el infrarrojo, y el VST (VLT Survey Telescope, Telescopio de Rastreo del VLT), que rastrea en luz visible. ESO también es socio de dos instalaciones en Chajnantor, APEX y ALMA, actualmente el mayor proyecto astronómico en funcionamiento del mundo. Finalmente, en Cerro Armazones, cerca de Paranal, ESO está construyendo el ELT (Extremely Large Telescope), de 39 metros, que llegará a ser “el ojo más grande del mundo para mirar el cielo”.

Las traducciones de las notas de prensa de ESO las llevan a cabo miembros de la Red de Divulgación de la Ciencia de ESO (ESON por sus siglas en inglés), que incluye a expertos en divulgación y comunicadores científicos de todos los países miembros de ESO y de otras naciones.

El nodo español de la red ESON está representado por J. Miguel Mas Hesse y Natalia Ruiz Zelmanovitch.

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Ignasi Ribas (Lead Scientist)
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Guillem Anglada-Escudé
Queen Mary University of London
London, United Kingdom
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Esta es una traducción de la nota de prensa de ESO eso1837.

Acerca de la nota de prensa

Nota de prensa No.:eso1837es
Nombre:Barnard's Star b
Tipo:Milky Way : Star : Circumstellar Material : Planetary System
Facility:Very Large Telescope
Instruments:HARPS
Science data:2018Natur.563..365R

Imágenes

Ilustración de la superficie de una supertierra orbitando a la estrella de Barnard
Ilustración de la superficie de una supertierra orbitando a la estrella de Barnard
Ilustración de una supertierra orbitando a la estrella de Barnard
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La estrella de Barnard en la constelación de Ofiuco
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Imagen de amplio campo del cielo que rodea a la estrella de Barnard mostrando su movimiento
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Explorando la superficie de una supertierra orbitando la estrella de Barnard (representación artística)
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